Transformación cultural y digital: diferencias clave y cómo integrarlas de forma estratégica

¿Por qué la confusión?
En mi experiencia como psicóloga organizacional y especialista en gestión del cambio, he identificado un error recurrente en las organizaciones: confundir la transformación cultural con la digital y tratar de implementarlas simultáneamente como si fueran un solo proceso. Esta confusión genera estrategias mal direccionadas, un uso ineficiente de recursos y, en muchos casos, resistencia por parte de los colaboradores. Aunque ambas transformaciones están íntimamente relacionadas, tienen objetivos, ritmos y enfoques diferentes, y comprender estas diferencias es clave para un cambio exitoso.
¿Qué es la transformación cultural?
La transformación cultural es un proceso integral y sistémico que redefine y alinea los valores, comportamientos y dinámicas internas de una organización para adaptarse a nuevos desafíos y objetivos estratégicos. Este cambio tiene como eje central a las personas, buscando transformar la forma en que interactúan, toman decisiones y trabajan en equipo, entre otros factores. No es un proceso rápido; su consolidación puede llevar meses o incluso años, dependiendo de la magnitud del cambio necesario y del nivel de compromiso de los líderes y colaboradores, además de – en la actualidad – irse adaptando según las dinámicas internas y externas.
En cuanto a los indicadores de éxito se incluyen entre otros: una mayor satisfacción de los colaboradores, reducción en la rotación, mejora en el desempeño organizacional y la alineación de los valores con las acciones diarias de la empresa, para en últimas incidir en la generación de valor, sostenibilidad y proyección de la organización.
¿Qué es la transformación digital?
Por otro lado, la transformación digital está enfocada en la incorporación de tecnologías avanzadas que optimizan procesos, mejoran la eficiencia operativa y aumentan la competitividad en un mercado cada vez más dinámico. Aunque está impulsada por herramientas tecnológicas, su éxito depende en gran medida de la disposición de las personas para adoptar y apropiar esas tecnologías de manera efectiva y eficiente.
En este punto es donde la transformación cultural se convierte en un habilitador clave, ya que, prepara a los equipos para integrar los cambios tecnológicos en su trabajo diario y genera con el uso una forma nueva de trabajar que termina incidiendo en hábitos y comportamientos.
¿Trabajarlas en simultanea si o no?
Implementar ambas transformaciones en paralelo puede generar problemas significativos en términos de recursos, tiempo y sobrecarga organizacional. Este enfoque exige una alta inversión financiera, tecnológica y humana, lo que puede derivar en equipos saturados y mayor resistencia al cambio, sin embargo si existen las capacidades instaladas y un correcto nivel de priorización puede llevarse a cabo. Además, la atención dispersa en dos procesos en paralelo, si no se sintonizan y orquestan adecuadamente, diluye el enfoque estratégico, incrementando el riesgo de fallar en uno o ambos frentes.
Por lo anterior, en muchos escenarios es esencial priorizar y secuenciar estos procesos de manera complementaria para asegurar su éxito y viendo en qué punto se paralelizan y en cual no. Ahora bien, yendo a las realidades de los actuales tiempos, podemos optimizar el proceso desarrollando un escenario de, por ejemplo, transformación digital, en el que se suman componentes culturales que van impulsando el escenario.
Modelo ideal para la integración exitosa de ambas transformaciones
El enfoque más efectivo es iniciar con la transformación cultural como base para sostener la digital. Esto implica trabajar primero en fortalecer la mentalidad de cambio en los colaboradores, promover una cultura de aprendizaje continuo y alinear los valores organizacionales con los objetivos estratégicos, así como con los parámetros de eficiencia operativa que se requieran. Una vez que se haya construido esta base cultural, la transformación digital puede integrarse como una herramienta para amplificar los resultados deseados de forma progresiva y sostenible. Algo similar pasa en el escenario de querer llevar el agilismo a una organización.
Beneficios de este modelo
Al implementar primero la transformación cultural y luego la digital, la organización logra optimizar recursos, reducir el estrés en los equipos y mejorar la adopción tecnológica. Este enfoque permite que los cambios sean más fluidos y que los equipos estén mejor preparados para integrarse en las nuevas dinámicas operativas, con resultados estratégicos más sostenibles, ya que ambas transformaciones trabajan en sinergia, impulsando el desarrollo humano y tecnológico de la organización.
Anotado lo anterior y viendo la dinámica actual de las organizaciones el reto es como poner a conversar de manera alineada y armónica ambos procesos en tiempo, alcance, costo y otras variables adicionales propias de estos contextos, para lograr optimizar la ejecución y el logro del resultado deseado. ¿Tu organización se ha preguntado esto para prepararse para el futuro?
Aporte basado en la experiencia
He aprendido en mi día a día que el éxito de cualquier transformación radica en las personas. Una organización que se enfoca primero en construir una base cultural sólida está mejor preparada para adoptar herramientas digitales y aprovechar al máximo su potencial. Este enfoque no solo garantiza la sostenibilidad de ambas transformaciones, sino que también asegura que el cambio se produzca de manera consciente y alineada con los objetivos estratégicos de la organización. Sin embargo la premura y necesidades de la dinámica del mercado, muchas veces nos lleva a escenarios adversos y poco favorables y es allí donde para hacer que la magia suceda se necesita un enfoque sistémico y con una visión holística que, basado en la experiencia y el conocimiento, permita hacer una sinergia total de estos dos mundos.
Escrito por, Sandra Leiva.