Liderar ya no es suficiente: del caos al propósito, en un mundo que exige líderes humanos, valientes y transformadores

No estamos simplemente en una época de cambios. Estamos, sin duda, en un cambio de época, y liderar en medio de un cambio de época es muy distinto a liderar una época de cambios. No basta con adaptarse: hay que reaprender lo que significa liderar, repensar nuestras formas de relacionarnos con las personas, con los equipos, con la incertidumbre, incluso con nosotros mismos.
Liderar hoy es, sin duda, uno de los desafíos más complejos y exigentes que enfrentamos, y no hablo solamente de liderar equipos o estrategias, me refiero al liderazgo como forma de habitar la vida, de ser en el mundo, de responder a lo que ocurre en lo personal, en lo familiar, en lo social y en lo organizacional.
Durante años, tratamos de entender este entorno cambiante con conceptos como VUCA y BANI. Nos ayudaron a nombrar la volatilidad, la ansiedad, lo no lineal, la ambigüedad. Pero hoy, eso ya no alcanza. Hablar de VUCA o BANI ya no es suficiente. Nos enfrentamos a realidades “Sui generis”, donde lo nuevo no se parece a nada anterior (TUNA), donde las paradojas gobiernan las decisiones (RUPT), y donde todo parece estar enredado en múltiples capas de caos, saturación y aceleración constante (CAOS).
Y lo más desafiante de todo es que el cambio ya no da señales previas: ocurre mientras aún estamos procesando el anterior, por eso, no se trata de liderar el cambio… sino de liderar desde el cambio, lo que requiere una mentalidad distinta, no solo rápida, sino evolutiva, una lógica que prioriza el aprendizaje continuo, el rediseño consciente, la confianza como activo estratégico y la adaptación con propósito: eso que hoy muchos reconocen como Delta Thinking.
Las nuevas reglas no están escritas
Muchos líderes aún se aferran a modelos de poder donde “mostrar menos” es “protegerse más”, creen que esconder sus logros o sus fracasos les da ventaja, a veces lo hacen frente a la competencia, pero muchas veces, y más peligrosamente, lo hacen dentro de su propio equipo.
Se guardan las ideas, las intenciones, incluso los errores, con la ilusión de evitar el juicio, la crítica o la envidia, y no lo hacen por maldad, lo hacen por miedo, por esa vieja creencia de que ser transparente es visto como debilidad y eso lo hace vulnerable. Incluso piensan que si nadie ve cuánto avanzan, nadie querrá detenerlos.
Pero esa oscuridad, esa falsa protección, termina siendo el mayor riesgo, porque lo que no se dice, se inventa, se recrea desde la imaginación y desde el pasillo, lo que se oculta, se especula, y en ese espacio crecen los rumores, los comentarios intencionados, los supuestos de favoritismo, las teorías sobre lo que “en realidad” está pasando y la desconfianza se vuelve el aire que se respira…, cuando eso ocurre, la cultura interna se debilita desde sus raíces.
La transparencia no es ingenuidad, es liderazgo, es tomar el control antes de que otros lo hagan por ti, es tener el coraje de mostrar la realidad como es, para quitarle poder a la fantasía destructiva y es en últimas una forma silenciosa, pero poderosa, de blindar la cultura con lo más preciado y poderoso que podemos entregar y recibir, la confianza.
El liderazgo verdadero no impone, expone… y guía.
No se trata de contar todo sin razón, se trata de contar lo que importa para construir sentido compartido y viajar juntos hacia un propósito común que sea válido, legitimo, apropiado y vivido realmente tanto al interior como al exterior de la organización.
En este contexto, la información no es amenaza cuando se usa para empoderar, al contrario, cuando los equipos comprenden el “para qué” de lo que hacen, la energía cambia, la desconfianza baja, la cooperación sube y el liderazgo pasa de ser un escudo a un faro que guía en la oscuridad.
Hoy más que nunca, liderar implica tener conversaciones que incomodan, decir verdades que no siempre gustan y ser radicalmente claro en un entorno donde lo ambiguo se ha vuelto regla y un intento de proteger lo adquirido, aquello que creemos, ilusoriamente, propio o merecido, pero que muchas veces nace más del ego que del ser y del deseo genuino de servir, en donde la envidia, que es parte de lo humano, desaparece cuando se encuentra con la verdad desnuda y bien dicha.
Cinco recordatorios para liderar en medio del caos y la complejidad
- La transparencia no te debilita, te posiciona. Ser claro con tus equipos es una forma de ejercer poder real, no simbólico, ya que el poder viene de la confianza y no del temor.
- Lidera con “mentalidad Delta”. Deja de buscar estabilidad para actuar, aprende en movimiento, ajusta, recalibra, repite y nunca dejes de escuchar.
- Reconoce que en entornos TUNA y RUPT, las decisiones no son perfectas. Son posibles, son humanas y siempre implican algún nivel de contradicción e incluso indecisión.
- En contextos de CAOS, simplifica sin ocultar. Tu equipo necesita anclas que generen estabilidad, seguridad psicológica (te invito a profundizar en Speak Up) y certidumbre dentro de la incertidumbre, con sentido y humanidad. Más que grandes planes, busca grandes verdades.
- Sé el mismo líder en casa y en la oficina. Corto y contundente, la coherencia es hoy el diferencial más escaso y más poderoso, mismo que impulsa y aporta a la confianza y lo mejor, empieza por ti, está en tus manos y es un super poder.
Liderar es integrar, no fragmentar
Cuando separas tu rol de líder de tu identidad como ser humano, el impacto se diluye, pero cuando los unes, cuando lideras desde tu esencia , no desde la pose ni desde el cargo o desde el ego, el impacto se multiplica y amplifica, porque liderar no es una técnica o un modelo, es una forma de vivir.
Es desde allí donde ocurre la verdadera transformación: cuando el liderazgo atraviesa lo profesional, lo emocional y lo social, cuando entiendes que tus decisiones de hoy construyen no solo resultados… sino familias, vínculos, comunidades y por ende sociedad, cuando comprendes profundamente que liderar una organización o un equipo es, en el fondo, liderar una red de vidas entrelazadas, en donde transformas a través de las personas.
¿Qué necesita este mundo?
No necesita más jefes, ni más discursos, necesita líderes completos, coherentes, humanos, líderes que no teman decir la verdad aunque incomode, que entiendan que el poder no está en esconder, sino en exponer con propósito, que sepan que un equipo que confía y propone es más fuerte que un equipo que obedece.
Porque en un mundo donde todo cambia sin aviso, el único liderazgo sostenible es el que se construye sobre la confianza, la transparencia y la humanidad. Ese es el liderazgo que transforma organizaciones, el que cambia sociedades y ese, sin duda, es el liderazgo que vale la pena ejercer y vivir, ese que el mundo necesita ahora.
Este artículo no nace desde la teoría, ni desde un escritorio en calma, nace de la vida misma, de lo que he vivido, cuestionado y reaprendido en los últimos tiempos, en todas las esferas de mi existencia: como profesional, empresario, padre, hijo, como ser humano que también atraviesa incertidumbres, toma decisiones y busca sentido en medio del ruido.
También nace del privilegio de acompañar, en distintos proyectos, a líderes de múltiples sectores que están enfrentando los mismos dilemas: ¿cómo liderar cuando el mapa ya no sirve?, ¿cómo sostener sin controlar?, ¿cómo transformar sin traicionar la esencia?
Desde ese lugar real, y profundamente humano, escribo estas palabras, porque más allá de los conceptos, de las metodologías o de los marcos de análisis, lo que realmente importa es la manera en que decidimos estar presentes para otros, en nuestras decisiones, en nuestras conversaciones, en nuestras renuncias y en nuestras acciones, por más pequeñas que estas sean, pues para transformar el mundo a través de las personas no se requieren efectos titánicos, solo se requiere de voluntad y el deseo de ser un instrumento en la vida de los demás.
Y reflexionando sobre esto, si el liderazgo empieza por uno mismo, tal vez la verdadera pregunta no sea qué tipo de líder necesita el mundo, sino: ¿Qué tipo de mundo estamos ayudando a construir con la forma en que hoy elegimos liderar?
Rodrigo Franco
CEO Tres60 Consultores