M.O.R.E.®: Cuando cumplir no basta, y transformar es lo mínimo

M.O.R.E.®: Cuando cumplir no basta, y transformar es lo mínimo

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Llevo años acompañando organizaciones en sus procesos de transformación, guiando equipos de proyecto, gerentes y sponsors en esa línea cada vez más borrosa entre lo técnico y lo humano, y en todo este tiempo, he escuchado en diferentes escenarios tanto laborales como académicos algo que, aunque no siempre se dice en voz alta, termina apareciendo: cumplimos, pero no pasó nada.

La solución técnica se entregó, el cronograma se respetó, el presupuesto se controló, pero el valor… ese valor que se había prometido, que debía transformar, que debía mover la aguja… simplemente no se materializó, no se notó, o no fue reconocido, a veces ni siquiera fue recordado meses después.

Confieso que por mucho tiempo sentí que había un vacío en nuestra manera de entender qué es, realmente, un proyecto exitoso. Algo nos faltaba. Y ahora, al leer y analizar con profundidad el enfoque M.O.R.E.® que propone PMI, no puedo sino sentir una especie de confirmación: esto es lo que veníamos intuyendo y haciendo en Tres60 desde hace tiempo. Esto es lo que hemos tratado de poner sobre la mesa cada vez que acompañamos una transformación: la necesidad de ir más allá de cumplir, para realmente generar impacto y transformar.

M.O.R.E., lejos de ser un nuevo check list o acrónimo de moda, es, a mi juicio, una forma de pensar la gestión de proyectos que por fin integra lo técnico, lo estratégico y lo humano en un marco común. Manage Perceptions, Own Project Success, Relentlessly Reassess, Expand Perspective: cada uno de estos “verbos” no solo representa una dimensión de la excelencia en proyectos, sino que interpela directamente la responsabilidad de quien lidera el proyecto como agente de impacto real, como un transformador que genera cambios y los consolida.

Y es aquí cuando hablar de “gestionar percepciones” no es jugar con subjetividades; es aceptar que el valor no existe si no es percibido como tal por los stakeholders relevantes. He visto demasiados proyectos cumplir todos sus entregables y aun así fracasar porque el usuario final, el equipo, o la alta dirección no logró ver lo útil, lo transformador o lo estratégico de lo que se había implementado. En otras palabras, no lo hicieron suyo, no lo reconocieron como valioso y eso, en gestión moderna centrada en el valor, es un riesgo mayor que cualquier desviación de tiempo o costo.

En ese mismo sentido, “asumir la propiedad del éxito del proyecto” no es una frase inspiradora, es una declaración ética. Quien lidera un proyecto debe dejar de pensar que su responsabilidad termina con el cumplimiento contractual, pues hoy, más que nunca, el líder debe hacerse dueño del resultado, aun cuando este se desplace o mute frente al entorno cambiante. En Tres60, lo vivimos de cerca en cada acompañamiento: los profesionales que destacan son aquellos que, en medio de la tormenta, se paran y dicen: esto no está funcionando, cambiemos la ruta, volvamos al propósito.

Y ahí entra otra dimensión central de M.O.R.E.: la reevaluación constante. No se trata solo de responder al cambio, como promueve el manifiesto ágil, sino de poner el cambio como disciplina activa en la gestión. Revaluar no es rendirse ni improvisar, es ser suficientemente maduro como para reconocer que el valor no es estático y que un plan, por muy detallado que sea, pierde sentido si deja de responder a lo que importa; revaluar también es un acto político, porque exige conversar con el entorno, negociar con el negocio, y resignificar lo que estamos entregando.

Pero tal vez, la parte que más resuena conmigo y con lo que he tratado de transmitir a cada organización que confía en nuestro trabajo, es la necesidad de expandir la perspectiva. No hay proyecto que no impacte más allá de su propio alcance, no hay solución técnica que no modifique dinámicas, narrativas, estructuras o incluso vínculos humanos y cuando un gerente de proyecto no logra ver más allá de su Gantt, lo que falla no es el proyecto, sino su comprensión del mismo.

En ese camino que busca ir más allá de la entrega técnica, me quedó muy claro que la figura, poco explorada (solo la viví en un par de proyectos antes de instaurarla en Tres60 como eje fundamental), de Integration Management resulta un verdadero pilar del éxito cuando va más allá de ensamblar cronogramas y controlar el alcance. Como reflexionamos en un artículo reciente, su labor es crear entornos de confianza y colaboración, conectando estrategia, tecnología y personas en una narrativa común que sostenga el sentido del proyecto vivo durante toda su ejecución.

Es así que nuestro Integration Manager no solo sincroniza entregables: escucha dinámicas organizacionales, alinea expectativas de negocio, facilita la conexión entre equipos técnicos y usuarios, y asegura que cada decisión esté orientada al propósito mayor. Esa capacidad de integrar con sentido, como lo hemos documentado, es clave para lograr impactos que perduren más allá del cierre formal del proyecto.

Desde mi experiencia, M.O.R.E. no solo tiene sentido desde el punto de vista metodológico, se alinea perfectamente con lo que hoy se espera del Project Manager moderno, alguien que se mueva con fluidez entre enfoques de trabajo (ágil, híbrido, predictivo), que cultive habilidades interpersonales (influencia, empatía, liderazgo adaptativo) y que entienda profundamente el negocio al que sirve. En otras palabras, alguien que viva el Triángulo del Talento del PMI, no como una infografía, sino como una práctica diaria.

Y claro, todo esto no puede sostenerse sin un profundo trabajo de gestión del cambio, porque no hay percepción gestionada, propiedad asumida ni perspectiva ampliada si no existe un acompañamiento consciente y estructurado del cambio humano. De ahí que QAP (Quick Adoption Process®) haya resultado tan efectiva: no busca solo acelerar adopciones, sino fortalecer la percepción de valor, la apropiación emocional y la sostenibilidad del impacto, convirtiéndose, en esencia, en una palanca para activar M.O.R.E. en la realidad organizacional.

Por eso, cuando el PMI dice que M.O.R.E. es su llamado para maximizar el éxito de los proyectos y elevar el impacto del profesional de proyectos, siento que estamos ante una redefinición necesaria y largamente esperada de lo que significa realmente “hacer gestión de proyectos”, ya no se trata de ejecutar bien, se trata de transformar con sentido, de dejar huella, no solo entregables, construyendo reputación, confianza y resultados sostenibles.

Y eso nos obliga, como profesionales que buscan generar valor y transfomar, a hacernos una pregunta incómoda, pero profundamente reveladora: ¿Tus proyectos están cumpliendo… o están transformando?…, porque si solo estamos cumpliendo, entonces M.O.R.E. no es una opción, es una necesidad urgente.

Rodrigo Franco
Tres60 Consultores


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